El poder de los pequeños pasos

Trey Ratcliff — The Road


Era 1973, un profesor de ingles que vivía con su familia en un remolque, conducía un oxidado Buick, que para completar los ingresos debía trabajar en una lavandería industrial, como conserje o auxiliar de gasolinera. Su esposa con dos turnos en Dunkin’ Donuts, dos niños, uno pequeño y un recién nacido, apenas dan tiempo para tener ideas de escribir una historia.

Cada noche nuestro profesor se encerraba en su estudio improvisado para escribir (la esposa le creó un escritorio improvisado entre la lavadora y la secadora). Enviaba sus cuentos cortos a distintas revistas y las respuestas no eran muy prometedoras, aunque de vez en cuando se encontraba con un cheque en el correo.

Después de un tiempo una idea llego mientras soñaba despierto, mezclando un articulo sobre telekinesis y la adolescencia femenina, al empezar a escribir la historia (3 páginas) se sintió frustrado por no poder contarla correctamente desde la perspectiva de una mujer, se lleno de ira y la tiro a la basura. El producto final sería demasiado largo, la historia estaba corriendo muy lentamente, lo que seria difícil para que una revista lo publicara.

“I couldn’t see wasting two weeks, maybe even a month, creating a novella I didn’t like and wouldn’t be able to sell, So I threw it away … After all, who wanted to read a book about a poor girl with menstrual problems?”

Al día siguiente su esposa encontró las 3 páginas arrugadas en la basura, resto importancia a que se encontraran cubiertas de cenizas de cigarrillo y las desarrugo. Cuando nuestro profesor regreso a casa del trabajo, ella aún las tenía.

“Tienes algo aquí”, dijo. “Realmente creo que sí.” En las próximas semanas, ella guió a su marido por el mundo de las mujeres, dando consejos sobre cómo moldear los personajes. Nueve meses más tarde, se había pulido y creado el borrador final.

Treinta editores lo rechazaron.

Mientras calificaba exámenes en la sala de profesores de la Hampden Academy, a través de altoparlante escucho a la secretaria llamarlo a la oficina, tenía una llamada de su esposa. De hecho, su esposa nunca lo llamaba al trabajo o a ninguna parte, para ahorrar dinero habían quitado el teléfono, para esta llamada, ella debió vestir a los niños y pedirlo prestado a algún vecino. Por lo cual, solo significaba que algo terrible o increíble había sucedido, cuando tomo el teléfono ambos estaban sin aliento. Ella le dijo que el editor de Doubleday Publishing, Bill Thompson, había enviado un telegrama donde le indicaban que su libro sería publicado y le darían un avance de 2500 dólares.

Si bien 2500 dólares no eran una gran suma, era la más alta que había ganado por alguno de sus escritos. Y si bien el libro de pasta dura solo vendió 13,000 copias, le dio un impulso para seguir escribiendo, comprar un nuevo carro, sacar a su familia del remolque, conseguirle un apartamento de cuatro cuartos y hasta volver a tener teléfono. Esto fue así hasta que Bill Thompson llamo de nuevo: “¿Estas sentado?” así inicio la conversación que cambiaría su vida definitivamente, los derechos de la edición de bolsillo de la novela se habían vendido por $400.000 dólares.

Nuestro profesor no es otro que Stephen King y la novela es Carrie.

Esta larga introducción tiene un solo objetivo:

King empezó donde podia, con el tiempo que tenia y tomando pequeños pasos. Pero lo más importante, llevando la idea al papel, ejecutando su pequeña idea.

The journey of a thousand miles begins with one step.
— Lao Tzu

Es demasiado fácil perderse mientras se persiguen las ideas o los sueños, normalmente antes de dar los primeros pasos estamos tratando de escalar la montaña.

Queriendo diligenciar un Canvas, nos preocupamos por los competidores y creamos una serie de fantasias alrededor de la idea, cero en ejecución, mucho en planeación de algo que aún no perseguimos. Es aquí donde nos preocupamos más por otros factores como si perdemos el interés en la idea, si conseguirá tracción o si tendremos el tiempo suficiente para ponerla en marcha.

A pesar de nosotros, la idea esta allí a la espera de poder ser alimentada, esperando poder saltar de los planes y los modelos al ahora.

Si no la alimentamos, nunca podremos saber que ira a salir, nos estamos preocupando por futuros lejanos sin aún saber que tenemos al alcance. Así que ¿cómo se puede alimentar la idea?

Empezando donde usted esta: en el ahora, en el hoy.

¿Cuál es el paso más sencillo que puedo realizar?

Tome su idea, póngala por escrito y desglosela/dividala en las pequeñas fracciones que se requiere para poder hacerla, pero lo más importante es identificar cual es el paso más sencillo con el que se debe iniciar, no se preocupe por lo que viene luego, no se obsesione por el mañana sin haber terminado el trabajo de hoy.

Hoy en día vemos emprendedores más preocupados por tener un deck de pitch mejor terminado que en el tener algún avance en el mínimo producto viable. Más preocupados por conseguir la financiación que por elaborar la solución y entender el problema.

“…en el mundo real, la clave no es el Pitch, es el prototipo.
Si debo escoger entre un equipo con un muy buen pitch o un prototipo que funcione; siempre voy a escoger el
prototipo.”
– Guy Kawasaki

Por eso empiece donde esta, en el ahora, y más sencillo aún, cambie su idea de Mínimo Producto Viable por Mínimo Paso Viable, elija esa única cosa que puede hacer hoy, en este segundo y empiece a caminar hacia su sueño.