Una parabola que me encontre en el libro “The Business Blockchain” de William Mougayar
Hace tiempo un joven fue a ver a un sabio, y le dijo:
“Maestro, he venido buscando su consejo, estoy atormentado por sentirme poca cosa y no quisiera seguir viviendo. Todos me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. Le ruego Maestro, ¡Ayudeme!”
El maestro contemplo al joven y le contesto con apuro: “Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte. Tengo una tarea urgente que debo resolver…” de pronto se detuvo y haciendo una pausa agregó: “pero si tu quisieras ayudarme, felizmente te devolvería el favor.”
“Por supuesto, Maestro!” Respondió el joven, pero sintió que otra vez se le tenía en poco y que sus necesidades volvían a ser desatendidas. “Bien”, dijo el maestro, y se quitó un pequeño anillo con una bella gema que tenia en el dedo.
“Toma mi caballo y cabalga hasta el mercado! Urgentemete necesito vender este anillo para pagar una deuda.Trata de obtener un precio decente por el, y no aceptes menos de una moneda de oro! Ve y regresa lo más rápido que puedas.”
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó al mercado, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo de este tipo, que lo más probable era ofrecerle cobre, y a lo mejor plata.
Cuando el escuchaba estas palabras, recordaba la instrucción del maestro de no aceptar menos de una moneda de oro. Habiendo recorrido todo el mercado buscando un comprador entre cientos de personas, montó en su caballo y regresó abatido por su fracaso.
“Lo siento Maestro, no pude conseguir lo que me pediste.” Le dijo. “Quizás hubiera conseguido dos o tres monedas de plata, pero tu me dijiste que no aceptara nada menos que una moneda de oro! Pero todos me dijeron que el anillo no valía tanto.”
“Qué importante lo que dijiste, joven amigo!” contestó sonriente el maestro. “Lo primero que debemos saber antes de vender el anillo, es el verdadero valor! ¿Quién mejor que él para saberlo que el joyero? Vete a ver al joyero y dile que quieres vender el anillo y pregúntale cuánto te daría por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas y tráeme de nuevo mi anillo.”
El joven cabalgo una vez más, llevó el anillo al joyero. Éste lo examinó con su lupa, lo pesó y luego le dijo: “Muchacho, dile al maestro, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo. Pero si me da más tiempo podría comprarlo por 70.”
“¡70 monedas!” exclamó el joven. Corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido. Después de escucharlo el maestro le dijo: “Recuerda, mi chico, tú eres como este anillo. Una joya, valiosa y única. Como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto ¿Por qué pierdes el tiempo permitiendo que cualquier idiota te diga tu valor?”