«La habilidad más esencial y la verdadera base del poder es la capacidad de dominar tus emociones. Una reacción emocional ante una situación puede ser un gran tropiezo que te costará más que cualquier placer momentáneo que sientas al expresar tus sentimientos. Las emociones oscurecen el juicio, y si no puedes percibir la situación con claridad, te será imposible prepararte y actuar ante ella con eficacia.»
Robert Greene ‘Las 48 leyes del poder’.
Estas palabras nos invitan a reflexionar sobre cómo nuestras respuestas emocionales, a pesar de ser innatamente humanas, pueden oscurecer nuestra percepción. Esto no significa que no debamos sentir; de hecho, nuestras emociones son lo que nos define como seres humanos. Sin embargo, existe un arte y una destreza en navegar y no ser arrastrados por esas poderosas corrientes emocionales.
Aquí es donde nos encontramos con los estoicos, esos sabios filósofos de tiempos pasados que nos brindaron una máxima inquebrantable: ‘Debemos hacer lo mejor con lo que está en nuestras manos y recibir el resto tal como la naturaleza lo presenta’. Nos guían hacia la comprensión de que, aunque ciertas situaciones están más allá de nuestro dominio, la forma en que elegimos responder ante ellas es, sin duda, nuestra elección.
Entonces, frente a esta realidad, ¿cómo nos comportamos? En el día a día, las emociones sin rienda nos pueden llevar a decisiones apresuradas, acciones impulsivas, malentendidos y enfrentamientos… Sin embargo, son también el motor detrás de instantes mágicos de pasión, alegría y conexión profunda. El reto auténtico es hallar ese equilibrio crucial.
Personalmente, prácticas como la meditación y la reflexión diaria son instrumentos esenciales en la búsqueda de mayor conciencia emocional. Estas me brindan la capacidad de observar, sentir y, luego decidir el curso de acción. Y, claro, siguen existiendo momentos en que la intensidad emocional se convierte en corriente avasalladora. Sin embargo, con dedicación y práctica, podemos aprender no solo a resistir esa corriente, sino a navegarla con maestría.
Aunque la meditación y la reflexión diaria sirven como anclas poderosas en nuestra vida diaria, son en esos gestos cotidianos o pequeñas acciones, como hemos discutido en artículos anteriores, donde realmente se ve reflejada nuestra transformación diaria. En este escenario, el diseño conductual emerge como una herramienta esencial para potenciar nuestro ser interno. Al comprender a fondo nuestras reacciones y acciones, nos situamos en un lugar idóneo para diseñar y moldear hábitos y rutinas que potencien la forma en que manejamos nuestras emociones.
En mi travesía, un hábito que he adoptado con pasión es el de la «Pausa Consciente», una estrategia que, a simple vista, puede parecer básica pero que esconde un profundo poder transformador. Un hábito sencillo que te ayuda a crear un espacio entre el estímulo (lo que sucede a tu alrededor o lo que sientes) y tu respuesta a él. Este valioso instante nos otorga la posibilidad de reflexionar, comprender y, de manera crucial, decidir con claridad cómo deseamos actuar, evitando así respuestas apresuradas y no meditadas. De nuevo, esta pausa te da tiempo para procesar, entender y elegir cómo quieres responder, en lugar de reaccionar impulsivamente.
Y este espacio entre el estímulo y la respuesta ya es algo que Viktor Frankl en su libro «El hombre en busca de sentido», nos había dejado como clave: «Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta yace nuestro crecimiento y nuestra libertad.»
Incorporar esto en nuestra vida diaria es más sencillo de lo que parece. Aquí te comparto una guía paso a paso para practicar la «Pausa Consciente»:
- Identificar el estímulo: Sé consciente de esa emoción intensa o de una reacción impulsiva hacia algo o alguien. Puede manifestarse en pensamientos como: «Estoy sintiendo ira» o «Esto me ha desconcertado».
- Realizar una respiración profunda: Antes de actuar, verbalizar o avanzar, inhala profundamente contando hasta cinco, retén el aire otros cinco segundos y luego exhala contando hasta cinco. Visualiza esta respiración como un «interrupor» que te brinda un respiro, un instante para recalibrar.
- Interrogarte a ti mismo: Plantea preguntas como «¿Cuál es la manera más adecuada de abordar esto?» o «¿Responder de forma impulsiva me acerca a mis objetivos o simplemente es una vía para desahogar momentáneamente?»
- Decide con propósito tu respuesta: Con un estado mental más sereno, selecciona tu próxima acción. Tal vez determines que lo mejor es guardar silencio, comunicar tus emociones de forma serena y proactiva, o quizá posponer el enfrentar la situación hasta que hayas tenido la oportunidad de reflexionar adecuadamente.
Beneficios de aplicarlo:
- Reducción del estrés: Al darte un momento para respirar y pensar, reduces la respuesta inmediata de estrés en tu cuerpo.
- Mejor comunicación: Respondiendo en lugar de reaccionar, puedes comunicar tus sentimientos de una manera más efectiva y menos confrontacional.
- Mayor autocontrol: Practicar regularmente la «Pausa Consciente» fortalece tu autocontrol, lo que es beneficioso en muchas áreas de la vida.
Este hábito puede parecer simple, pero su impacto en el control emocional es significativo. Con la práctica, la «Pausa Consciente» puede convertirse en una herramienta esencial en tu caja de herramientas emocionales.
Más allá de gestionar las emociones intensas o disruptivas, hay técnicas que nos permiten combatir patrones de comportamiento menos óptimos, como la tendencia a procrastinar. Mel Robbins, en su libro «The 5 Second Rule», nos presenta una táctica que, aunque sencilla, tiene un gran impacto.
Cuando surge ese impulso de actuar, ya sea para alcanzar una meta o simplemente para realizar una tarea cotidiana (como levantarse temprano o tomar la palabra en una reunión), en lugar de ceder ante distracciones o excusas, cuentas regresivamente desde 5. Al llegar a 1, te lanzas a la acción sin permitirte espacio para dudas o segundas opiniones.
Literalmente, en el instante que sientes esa chispa, inicias: «5-4-3-2-1» y tomas acción.
Esta regla, al igual que la «Pausa Consciente», busca interrumpir esos patrones mentales automáticos que a menudo nos llevan a postergar o evitar. Al contar regresivamente y luego actuar, estás redirigiendo tu mente y empujándote físicamente a actuar antes de que puedan surgir pretextos o temores.
Mel sostiene que esta metodología empodera a las personas a romper con la parálisis de la indecisión, actuar a pesar de las inseguridades, y establecer hábitos más orientados a la acción y la productividad. Esencialmente, es un catalizador para la acción inmediata y determinada.
Al final, se trata de hacer lo mejor que podemos con lo que tenemos. No podemos controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor, pero sí cómo reaccionamos ante ello. Finno alla Fine. Sigamos adelante, no importa qué. A veces, esa milla extra es simplemente tomar un respiro profundo y elegir responder en lugar de reaccionar.